El título es de un libro de Haruki Murakami , en el que el autor de manera magistral, nos expone sus reflexiones como “runner”.
Lo recomiendo sin lugar a dudas a todos a los que les hay picado el gusanillo de correr.
Si te ha pasado como a mi y salir a correr es tu asignatura pendiente, me gustaría contarte mi historia.
Soy una corredora tardía, pero que muy tardía porque empecé a correr a los 43 años, había hecho deporte siempre pero lo de correr se me atragantaba.
Recuerdo perfectamente haberlo intentado cientos de veces y acabar resignada a los diez minutos sintiendo que me quería morir.
La respiración me agotaba, me dolía todo el cuerpo, los tobillos, las rodillas. Yo me preguntaba cómo era posible estando en muy buena forma física no ser capaz de correr más de 15 minutos sin morir en el intento. Por tanto siempre acababa abandonando y dedicando mi tiempo a otras actividades que me no me hicieran sufrir tanto.
Correr siempre entraba en mis propósitos de nuevo año y un día de enero de hace… bastante, salí a correr por la Casa de Campo en Madrid y muy despacio y disfrutando del entorno llegué, no me preguntéis cómo, a 25 minutos sin querer morirme.
Vale, lo había conseguido y como en Madrid hace muchísimo frío en invierno, corría por la mañana a veces en fin de semana en exterior y habitualmente en la cinta del gimnasio.
Pero cuando correr de verdad empezó a formar parte de mi vida fue tras sufrir un revés sentimental (el clásico ya no me quiere y me abandona).
Valoré que tenía dos opciones, hacer como nos han trasmitido en las películas románticas, que no me gustan nada por cierto, y quedarme en casa comiendo helado y viendo esas mismas películas románticas, o bien desfogarme saliendo a correr. Elegí lo segundo
En pleno verano, con el calor extremo de Madrid, cada vez que me asaltaba la pena o la frustración me ponía las zapatillas y me lanzaba a mi “terapia de runner”.
La pena pasó, no llegó a durar 500 noches afortunadamente, pero cogí gusto a correr y se convirtió en un hábito.
Mi primera San Silvestre Vallecana la hice solita, pero venían conmigo todos mis amigos y la gente que quiero y les fui dedicando kilómetro a kilómetro
El último a un incipiente amor que se convirtió después en el amor de mi vida.
Al final todo es perfecto, la vida te quita lo que te sobra y te regala amor verdadero y te convierte en corredora habitual.
Cerré el año celebrando un reto conmigo misma: hacer la San Silvestre en menos de una hora.
Terminé un año duro con una satisfacción inmensa por lo que había conseguido y superado.
A partir de entonces correr forma parte de mi vida.
Tiempo después viviendo en Málaga ya conseguí completar mi primera media maratón. Fue otro momento muy emocionante, porque si me lo hubieran dicho años atrás no lo habría creído.
Salir a correr a veces me resulta una meditación en movimiento, otras se me ocurren grandes ideas durante el recorrido, otras solamente disfruto del paisaje y de la música que escucho.
Lo que tengo clarísimo es que forma parte de mi vida y siempre saco tiempo para ello a lo largo de la semana.
Mi próximo reto, evidentemente, hacer una maratón.
Mi experiencia como corredora me sirve para reflexionar en mi frase recurrente:
“¡Siempre se puede!”, si quieres hacer algo con ganas lo conseguirás, tarde o temprano, si te pones a ello.
Y tú, ¿tienes algún reto pendiente de realizar que se te resiste? Me encantaría que lo compartieras conmigo.